terça-feira, 4 de maio de 2010

Los cuadernos secretos de Agatha Christie


Los cuadernos secretos de Agatha Christie

Agatha Christie/John Curram

Trad. Miguel Martínez Lage. Suma. Madrid, 2010. 600 páginas, 22 euros

Penetrar en el taller de trabajo de un maestro de las letras siempre es tentador, pero también puede constituir una indiscreción inadmisible. Miramos por encima del hombro mientras todavía se escribe la frase, asistimos a las vacilaciones de la creación, a las ramificaciones del argumento, a las palabras tachadas. Raras veces es el propio escritor quien nos deja atisbar los balbuceos, las dudas, los borradores y bocetos, los caminos tanteados y abandonados. Uno de los pocos fue Gonzalo Torrente Ballester, quien en sus Cuadernos de un vate vago nos permitía escuchar los soliloquios con su grabadora, cuando se preguntaba en voz alta sobre las dudas que le inspiraba alguno de sus personajes con la misma familiaridad que si se tratara de la novia de uno de sus hijos, para a continuación lamentarse de si le alcanzaría para llegar a fin de mes.

Pero tanta sinceridad y tanto sentido del humor no es común. Lo normal es que los escritores obedezcan aquella maldición de Juan Ramón Jiménez, cuando ordenaba tirar al fuego todos los poemas que él mismo había desechado. Lo normal son los manuscritos perdidos, como hubiese ocurrido con las obras completas de Franz Kafka, de no ser por los reflejos de Max Brod, o con Lolita, cuyo primer borrador rescató del fuego Vera Nabokov.

Tal vez no sea casualidad que coincidan a la vez en las librerías una novela póstuma del maestro ruso Vladimir Nabokov (El original de Laura, apenas las fichas de escritura con que solía armar el telar de su ficción) y estos fascinantes cuadernos secretos de Agatha Christie (1890-1976). En el prólogo, Mathew Prichard, nieto de la autora, cuenta cómo se encontró en Calgary a un irlandés que había cruzado el Atlántico sólo para asistir al estreno mundial de una obra de teatro de su escritor favorito. Prichard temía, y temía bien, que fuese uno de esos fans enloquecidos por la obra de su abuela. Pero luego descubrió que se trataba también de un erudito fervoroso y metódico, cuya paciente labor de zapa en el archivo personal de Agatha Christie acabaría por dar sus frutos en este libro encantador.

Durante muchos años, a razón de doce horas diarias, John Curran trabajó en el minúsculo “cuarto del fax” de la familia para escudriñar hasta el último papel y la última anotación. En total, setenta y tres cuadernos de notas, profusamente ilustrados y con cientos de pasajes eliminados que muestran no sólo las alternativas argumentales de cada novela u obra de teatro, sino los titubeos y agonías de una mente en el momento de la efervescencia creativa. Una mente analítica de primer orden. Lástima que no se conserve nada de dos de las más ambiciosas obras de Christie: Asesinato en el Orient Express y El asesinato de Roger Ackroyd.

El resultado es un volumen de más de medio millar de páginas que hurga en el laboratorio de ideas y trucos literarios de una de las grandes de la novela detectivesca. Organizada en orden cronológico, la exploración de Curran traza un diagrama único de la obra de Christie, contando con todas las variantes y análisis que a la misma escritora se le iban ocurriendo sobre la marcha, así como una especie de plano evolutivo de su imaginación criminal. Una imaginación que en ocasiones trabajaba sobre la propia realidad lanzando hipótesis de investigación, como sucedió con los asesinatos de la familia Croydon o con el crimen de Charles Bravo, ambos casos de envenenamiento, especialidad en que Christie era una verdadera autoridad gracias a sus conocimientos en enfermería, farmacia y toxicología.

El autor también presenta dos relatos inéditos de Poirot: “El incidente de la pelota del perro”, una historia con todos los ingredientes (pueblo pequeño, dama de avanzada edad, parientes avariciosos) que son la marca de la casa; y “La captura de Cerbero”, el duodécimo relato que faltaba para cerrar esa fantástica recreación mítica de los trabajos de Hércules donde la inteligencia de Poirot se mide nada menos que al misterio de Hitler.

Plagada de esquemas, censos de personajes, diagramas y fotocopias de manuscritos donde no faltan ni tachaduras ni dibujitos, esta edición es un lujo inexcusable para todos los amantes de la literatura de detectives en general y de la de Agatha Christie en particular. Y nuestra curiosidad quizá quede excusada al pensar en Poirot y en Miss Marple, esos dos grandes entrometidos con lupa que siempre metían las narices por todas partes.

David TORRES

1 comentário:

  1. BELO ARTIGO DE UMA DAS MINHAS ESCRITORAS PREFERIDAS! PARABÉNS E UM BEIJINHO A TODA A FAMÍLIA.
    MÃE E AVÓ.

    ResponderEliminar